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Una experiencia en Canadá

Nuestro alumno Juan Manuel Pérez de 1º de Bachillerato nos envió esta carta contándonos la experiencia que está viviendo este curso en Canadá.

MI EXPERIENCIA CANADIENSE:

Ya han pasado más de tres meses desde que llegué a Canadá, exactamente ciento once días desde que comencé la mayor aventura de mi vida hasta el momento. Pisé el que iba a ser mi pueblo durante los diez siguientes meses por primera vez el 30 de agosto de este año. El nombre del pueblo, por cierto, es Invermere, situado en la provincia de la Columbia Británica, al oeste de Canadá. Un pueblecito de unos cuatro mil habitantes.

Todo al principio eran nervios. No conocí a mi hermano de acogida, Tom, hasta el día siguiente. Antes de que pudiera acostumbrarme a mi nueva casa, el grupo de internacionales tuvimos nuestra primera excursión. Gracias a esa excursión y a las demás veces que nos vimos antes de que el instituto empezase, me hice amigo de los demás internacionales. La mayoría de ellos vienen de Alemania, pero también hay una suiza, un mejicano, dos japonesas y otros dos españoles, ambos de Madrid.

Empecé el instituto el 5 de septiembre. Ese día pude ver a algunas de las personas con las que ahora comparto momentos inolvidables. Pero yo aún no lo sabía. Antes de empezar las clases, tuve que elegir mis asignaturas. Hay cuatro por semestre, y para el primer semestre elegí matemáticas, física, educación física y cocina. Sí, cocina. Por muy raro que suene, aquí hay una gran variedad de asignaturas no académicas como carpintería, fotografía, trabajos con metales, arte, arte audiovisual, textiles (fabricas prendas, mantas y demás cosas), cocina, teatro, hockey, banda de música…

Las primeras semanas en los recreos me seguía juntando con los internacionales. De verdad que doy las gracias al programa por organizar actividades con los internacionales, porque si no fuese por ellos no sé que habría hecho en los primeros recreos del curso.

Poco a poco sentí que iba hablando con más y más canadienses. Por aquel entonces no los consideraba realmente amigos míos, sino más bien gente con la que hablar si tenía alguna duda. Un día, al acabar educación física, un chico vino y nos invitó a los internacionales a unirnos al equipo de voleibol, o al menos probar ir a uno o dos entrenamientos y ver cómo iba. Dije que sí en cuanto nos lo propuso, y cómo me alegro de tener esa decisión. Los entrenamientos de voleibol eran impresionantes. Los compañeros de equipo canadienses estaban súper motivados y me transmitían esa motivación a mí también. Mejoré en el deporte rápidamente según mis compañeros de equipo. Yo también lo veía, y sentía además que alguno de esos compañeros, con los que también comparto clases en el instituto, me consideraban amigo suyo. Tristemente, la temporada llegó a su fin a finales de noviembre y fue concluida con una cena del equipo que fue muy emotiva, sobre todo para la entrenadora.

A principios de octubre, mi familia de acogida y yo nos mudamos a otra casa más cerca del centro del pueblo ya que mi madre de acogida estaba de alquiler en la antigua casa y los dueños de esta iban a venderla. Las dos semanas que estuvimos moviendo cosas de una casa a otra no fueron las mejores semanas de mi vida para ser sinceros… Fueron más bien aburridas.

Antes de acabar la temporada de voleibol, el 31 de octubre, llegó Halloween, una noche que se celebra en América a lo grande. Me encantó ver todas las calles decoradas de una manera escalofriante, me hizo sentirme como en una película. Hubo una fiesta de disfraces unos días antes de Halloween y me lo pasé muy bien, y la noche de Halloween fui a hacer truco o trato con una amiga. Creo que conseguí más chuches y comida basura en general en una hora de las que he conseguido en toda mi vida antes de este año. Me encantó disfrazarme y es una costumbre que no creo que desaparezca en mucho tiempo.

Finalmente, llegó la nieve. Recuerdo perfectamente que cuando mi amiga me llevó en coche a mi casa después de Halloween estaba nevando y eso ya me hizo ilusión. Pero cuando me levanté al día siguiente por la mañana y vi todo bajo unos veinte centímetros de nieve, no podía describir lo que estaba sintiendo. Todo era blanco y absolutamente precioso. Recuerdo que esa mañana tenía entrenamiento antes de empezar el instituto, y para el momento en el que llegué al colegio ya me había cansado de la nieve. Suena muy bonito todo cuando te lo cuentan o cuando lo ves, pero cuando tienes que caminar… es otra cosa. Mejor ni comento la gracia que te hace estar fuera a menos diez grados centígrados con la pala quitando la nieve de la carretera para que el coche pueda salir del aparcamiento.

Poco antes de que el mes de noviembre se acabase, nos dieron las “mid-termreportcards”, que viene a ser las notas de mitad del semestre. Considero ese instante como el punto de comparación entre el comienzo del curso y la situación por aquel entonces. Considero que en ese periodo de tiempo había crecido como persona y había aprendido de verdad a valerme por mí mismo. Hay una infinidad de cosas que hago aquí en Canadá por las que nunca me había preocupado en España y eso me ha hecho cambiar mi mentalidad. Veo ahora reflejado el trabajo de nuestros padres y madres en nuestro día a día. Me siento más agradecido por las cosas que los demás hacen por mí porque ahora entiendo el esfuerzo y tiempo que requieren. También me siento orgulloso de mí mismo y afortunado por estar tan bien. Me considero una persona con suerte. Por aquel entonces ya tenía amigos canadienses con los que quedaba. Cambié los domingos de fútbol en la Romareda por los viernes de hockey sobre hielo en la pista de hielo y me lo pasaba genial cada vez que hacía cualquier cosa con ellos.

Volviendo al tema de la nieve, hubo unos días en que las temperaturas subieron y la nieve se derritió dejando ver de nuevo las carreteras y los caminos, hasta hace pocos días, cuando volvió a caer nieve que esta vez deseo que no se derrita (lo sé, antes he dicho que me cansaba andar sobre ella, pero siempre es divertido jugar con amigos a tirarnos bolas de nieve, y el paisaje sigue siendo precioso). Que la nieve volviese a caer quería decir una cosa: la temporada de esquí iba a comenzar pronto, y así fue. Desde que empezó la temporada de esquí a finales de noviembre he intentado ir casi todos los días que estaba disponible. Siento que voy mejorando poco a poco con la tabla (yo hago snowboard) y me lo paso genial con mis amigos. A esquiar suelo ir con los internacionales, pero también nos reunimos con los canadienses cuando suben. Algo que me ha extrañado un poco es el número de personas en el instituto que tienen el pase de temporada. Si no cuentas a los internacionales, poca gente local tiene un pase, o al menos muchas menos personas de las que me esperaba.Durante las vacaciones de Navidad estoy aprovechando la nieve al máximo para al menos ir unas horas cada día que estoy en Invermere.

El instituto acabó antes de lo que estaba acostumbrado en España, pero también empezaremos de nuevo antes. Acabé el pasado viernes 15 de diciembre y volveré al cole el próximo martes 2 de enero de 2018. El lado bueno es que no tengo que ir al instituto hasta el año que viene (je je). Estos días he estado subiendo a la montaña a practicar con la tabla. Cuando la temperatura es buena y la nieve también, el día de esquí es inmejorable.

La Navidad se acerca y estoy muy emocionado. No vamos a ir a ningún sitio, pero sé que los hijos de Jennifer y Don (mis padres de acogida) van a venir. Tengo ganas de pasar mi primera navidad con nieve y de vivir el espíritu navideño a ocho mil kilómetros de mi casa en Zaragoza. Hace poco fuimos a cortar el árbol de Navidad y aunque no es el más alto ni más grande de todos los árboles de Navidad que he visto, a mí me gusta mucho. Mañana me voy a Calgary con una excursión con los internacionales a ver un partido de hockey profesional, y como también iremos a un centro comercial, aprovecharé y compraré los regalos de Navidad para familia y amigos.

Por si alguien lo dudaba, no, no me he olvidado de España ni de mis amigos ni de mi familia ni de la comida. Claro que echo de menos todas esas cosas, pero este está siendo un año en el que estoy probando todo tipo de cosas nuevas y lo estoy intentado vivir al máximo. Me veo como una persona que ha cambiado en algunos aspectos y tengo ganas de descubrir qué me deparan los siguientes seis meses y medio en este gran país.

Deseo que todo vaya estupendamente en el I.E.S. Valdespartera y que tanto alumnos como profesores estéis a gusto y disfrutéis de las vacaciones que se aproximan con aquellas personas queridas. Os deseo a todos una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.

Besos y abrazos a todos desde el otro lado del charco, nos vemos pronto.

Atentamente,

Juan Manuel Pérez García de Carellán.

 

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