La serpiente roja
La serpiente se quemaba y fue a ver al dios de las dos caras y a enseñarle sus escamas chamuscadas y al rojo vivo. Tanta carga le daba calor, así que el dios decidió agitar sus manos hasta que empezó a sudar y convirtió el cálido sudor en refrescante agua. Así la serpiente pudo aguantar bien el peso de la tierra.
Mario Beltrán (1º ESO B)
